Hemos visto que cuando hacemos ejercicio, la música puede aumentarnos
la vitalidad. Lo mismo ocurre cuando estudiamos. Tener una música de fondo
liviana, de ritmo sencillo (por ejemplo, Mozart o Vivaldi), ayuda a muchas
personas a concentrarse durante periodos más largos; a otras podría distraerlas.
Escuchar música barroca mientras se estudia puede aumentar la capacidad de
memorizar nombres, versos y palabras extranjeras. El método del doctor Georgi
Lozanov, que consiste en escuchar música para mejorar la memoria, es tal vez el
más conocido, y hablaremos de él en el capítulo sobre la educación.

La música favorece la productividad. Los estudios sobre la salud y la me-
moria en ambientes laborales han cambiado radicalmente la forma en que se
usa la música en el lugar de trabajo. En un estudio realizado por la Univer-
sidad de Washington, noventa personas trabajaron en preparar y corregir un
original para la imprenta. En el grupo que escuchó música clásica liviana
durante noventa minutos aumentó en un 21,3 por ciento su eficiencia y pre-
cisión. El grupo que escuchó música del tipo radio comercial sólo mejoró en
un 2,4 por ciento. Las personas que hicieron el trabajo en silencio resultaron
un 8,3 por ciento más eficientes en la corrección que las que estaban tra-
bajando con el ruido habitual de la oficina.21 AT&T y DuPont han reducido a
la mitad el tiempo de formación de sus empleados con programas de música
creativa. Equitable Life Insurance aumentó en un 17 por ciento la produc-
tividad de los transcriptores a las seis semanas de haber introducido música
en la oficina, y Mississippi Power & Light aumentó en un 18,6 por ciento la
eficiencia del departamento de facturación a los nueve meses de haber
instituido un programa de escucha musical.